Hacer una retrospectiva, termina siendo un proceso muy enriquecedor en la vida. Sólo basta con mirar hacia atrás, desempolvar algunos rincones de nuestra mente y sumergirse en un viaje en el tiempo. Un viaje que nos transporte al pasado, impulsado por recuerdos de sensaciones, lugares, personas, sentimientos y experiencias, muchos de ellos encapsulados no sólo en nuestra memoria, sino en memorias fotográficas. En esa travesía, llegamos a experimentar lo que sentimos o percibimos en ese momento, como si creáramos copias casi exactas, pero no sólo eso, nos ayuda a reflexionar y comprender mejor el camino transitado, lo que permite reinventarnos para lograr algo diferente, como otra versión de nosotros mismos, conservando la esencia. Y como la vida es apasionadamente dinámica, propicia esos cambios, internos y externos, que a veces, creo, se dan en forma natural, pero que en otros casos,requiere de mayor esfuerzo y decisión.
La foto que tomé en el año 2004, con una cámara análoga, Canon 38 _ 105 mm, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, es la elegida para crear una segunda versión. Reinventarla en el 2013, con colores más cálidos y nostálgicos, con una tonalidad antigua, un mayor detalle y evocando el pasado, es especial porque guardo recuerdos maravillosos de ese viaje.
“La apariencia del barrio La Boca, Buenos Aires, es distinta al de otros barrios de la ciudad, con casas bajas de madera con techos y paredes de zinc y con fachadas exteriores pintadas de diversos y vistosos colores”.
“Si veía algo a través de mi visor que me resultaba familiar, hacía algo para cambiarlo”. Garry Winogrand